Petronio Álvarez fue el poeta del pacífico colombiano que compuso Mi Buenaventura, himno del puerto y de la gente que lo habita. El negro robusto y de mirada perdida era talentoso por naturaleza, nunca estudió en un conservatorio y ni tampoco grabó un disco.
Durante toda su vida la música fue su principal pasión,
aunque no su sustento. A los doce años su papá, José Joaquín, murió. La
situación lo obligó a vender pan y empanadas de cambray, típicos de Valle del
Cauca, que hacía su mamá, Juana Francisca. La manera más práctica para
entusiasmar a los compradores fue cantar al son de la improvisación: empanadas
de cambray, para las viejas, aquí hay, el que no me las compre, déjelas ahí.
Trabajó como notario y siguiendo los pasos de su papá fue
a buscar empleo en el puerto de Buenaventura. Comenzó como aguatero, al poco
tiempo pasó a los talleres y al final cumplió su sueño, fue maquinista de la La
palmera, una locomotora. En ocasiones, tocaba la guitarra para deleitar a sus
compañeros del ferrocarril.
Fue un hombre mujeriego, pero solo se casó en una
ocasión. En 1942 conoció, a sus 28 años, conoció a Veneranda Arboleda
Rodríguez, once años después de convivir se casaron, en la Iglesia de San
Nicolás de Cali. Álvarez tuvo diez hijos.
El rey del currulao interpretó bambucos, merengues,
huapangos, sones, abozaos y jugas. Los temas de sus composiciones hicieron
parte de la cultura afrocolombiana, anécdotas del pueblo y costumbres
funerarias. Bochinche en el cielo, El porteñito, Adiós al Puerto, son algunas
de sus canciones.
No sólo fue amante del folclor, era un músico versátil.
Cantó y compuso tangos y milongas porque admiraba a Carlos Gardel, interpretó
canciones como El suicida, Recordación, El cortito, Con mi guitarra, Canto en
arrabal y El pecho me está doliendo. Fue llamado el Gardel del Puerto.
Al jubilarse se trasladó a Cali, donde vivió hasta su
último día de vida, el 10 de diciembre de 1966. Murió a causa de un cáncer
óseo, que poco a poco acabó con su espíritu bohemio, pero no con su talento.
Poco antes de morir, como si sintiera la muerte, compuso la Despedida que en
cada verso habla de su partida Hoy me despido, Porque mañana estaré en el
olvido, Y tus creencias mías, No han de ser, Porque en el Puerto, A mi no me
han de ver.
En su honor se le dio el nombre al Festival de Música del
Pacifico Petronio Álvarez, que se celebra anualmente en la ciudad de Cali, en
el mes de agosto.
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