“El jazz no es solo una música hermosa, es un mensaje para
expresar la dignidad humana y la importancia de los derechos humanos. Es un
mensaje para la modernidad… Es un mensaje universal para la dignidad humana en
Asia, América Latina, África, en fin, en todo el mundo”, dijo la directora
general de la Unesco, Irina Bokova, quien estuvo de visita oficial en Cuba para
conmemorar el Día Internacional del Jazz y conmemorar los 70 años de la entrada
de Cuba al organismo internacional encargado de defender y propulsar la cultura
y la educación. A Bokova la acompañaron en una rueda de prensa en el Hotel El
Nacional, el célebre jazzista estadounidense Herbie Hancock, quien es embajador
de buena voluntad de la Unesco y fue el forjador hace cinco años del Día
Internacional del Jazz, además del múltiple ganador del Grammy, el pianista
cubano Chucho Valdés.
“El jazz tiene la capacidad de reflejar la cultura de todos
los países, refleja lo que es el ser humano en todo el planeta, refleja sus
sentimientos. Ese es el mayor regalo del jazz, que permite que la gente refleje
su individualidad cultural”, sostuvo Hancock, también ganador de múltiples
premios Grammy.
“El jazz no es como un antídoto, el jazz es más como una
medicina, pues una medicina puede ser amarga, pero cura. El jazz expresa la
experiencia integral humana, que incluyen sus problemas y sufrimientos, pero
también sus placeres y alegrías”, agregó el talentoso músico, quien junto a
Chucho Valdés encabezó una alineación de estrellas en un concierto que
transmitido al mundo y al cual se asistió en vivo por estricta invitación.
Valdés, quien estuvo presente en la rueda de prensa, recordó
cómo el jazz sufrió en Cuba en los inicios de la Revolución y se mostró
emocionado de haber vivido para poder estar en un evento como el realizado.
“Soy de la generación que está en el jazz desde los 60. Hoy
todo es color de rosa, pero en esa época no era fácil hacer jazz en Cuba,
porque no se entendía y había una gran confusión con el jazz, no se veía bien.
Nos mantuvimos en esa línea de música y el Ministerio de Cultura tuvo la visión
y entendió de lo que se trataba. Hoy estamos aquí”, dijo Valdés, quien afirmó
que trabaja en un nuevo disco con su colega Gonzalo Rubalcaba, el cual “será
muy cubano”.
“Este es un sueño hecho realidad. Ver un concierto con todo
este talento es muy emocionante”, agregó el veterano músico.
El jazz se ha convertido en uno de los símbolos de la música
cubana, sobre todo desde la irrupción al mercado del legendario grupo Irakere.
Esa trayectoria llamó la atención y convirtió a La Habana en una sede lógica
para celebrar el Día Internacional del Jazz.
“Cuando empezamos la discusión sobre dónde celebrar el Día
Internacional del Jazz decidimos que La Habana era una sede natural, no sólo
porque La Habana es música y su vasta cultura, sino porque Cuba celebra 70 años
en la Unesco”, explicó Bokova.
Hancock recordó los vínculos históricos entre las comunidades
negras de Cuba y Estados Unidos, lazos que provocaron escenarios particulares
para el desarrollo del jazz en la isla.
“Nuestras comunidades afroamericanas comparten mucha historia
con la cubana. Es una maravilla que el jazz se haya desarrollado casi de manera
paralela en ambos países y ahí llegado al mundo”, manifestó.
Ese puente creado por el jazz se ha extendido a las
relaciones culturales entre Cuba y Estados Unidos, que atraviesan uno de sus
mejores momentos tras el deshielo entre ambos países ocurrido en diciembre de
2014.
“En el jazz hemos tenido un punto de encuentro, no sólo con
Estados Unidos, sino con el ‘país jazz’, porque el jazz es una filosofía de
libertad global. El jazz es un lenguaje común en el cual nos expresamos
libremente”, sostuvo el presidente del Instituto Cubano de la Música, Orlando
Vistel.
La crema y nata del jazz internacional ha convergido la
semana pasada en Cuba para conmemorar el Día Internacional del Jazz, un
cónclave que tiene en su nómina, además de Hancock y Valdés, a los también
ganadores del Grammy Quincy Jones, Cassandra Wilson, Esperanza Spalding, Marcus
Miller, Antonio Sánchez y Yaroldi Abreu.
A ellos se unieron jazzistas de clase mundial como Ambrose
Akinmusire (Estados Unidos), Carl Allen (Estados Unidos), Marc Antoine
(Francia), Richard Bona (Estados Unidos), Till Brönner (Alemania), A Bu
(China), Igor Butman (Rusia), Bobby Carcassés (Cuba), Regina Carter (Estados
Unidos), Gianluca Petrella (Italia), Gonzalo Rubalcaba (Cuba), Ben Williams
(Estados Unidos), Tarek Yamani (Líbano), Dhafer Youssef (Túnez), entre muchas
otras estrellas de todo el mundo.
El Día Internacional del Jazz se celebra el 30 de abril de
cada año y fue decretado por la conferencia general de la Unesco en noviembre
de 2011. Desde entonces se conmemora a nivel global, pero con un epicentro
donde se concentran los eventos principales.
El año pasado la cita fue en Washington D.C., donde el
festival fue acogido en la Casa Blanca por el presidente Barack Obama. Este año
la selección fue La Habana, por lo que el evento se ve como una continuidad del
proceso de acercamiento que ocurre entre Cuba y Estados Unidos desde diciembre
de 2014, cuando ambos países decidieron restablecer sus relaciones diplomáticas.
El itinerario de eventos recorrió toda la semana pasada desde
el lunes y se coronó con el magno concierto en el teatro Alicia Alonso el
domingo 30 de abril.
Fue un concierto de esos para la historia, pero al final lo
que vale, según el célebre Chuco Valdés, es “¡qué viva la música!”.
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