viernes, 21 de mayo de 2021

LAS AFRO-MÚSICAS EN COLOMBIA (I)

 

Maestro Gualajo, durante una investigación de campo realizada en 2010. Fuente: Jorge Porras

Autor invitado: Jorge E. Porras A, musicólogo, etnólogo, músico profesional y productor musical. Coordinador de la Escuela de Música en Instituto Popular de Cultura (Cali-Colombia).

Las músicas de origen afro-descendiente en Colombia tienen hoy en día un “nuevo” matiz. Y digo hoy un “nuevo” matiz porque ellas brillan actualmente a la luz de una plataforma cultural, política y comercial más estructurada y con un cambio hacia las músicas afros que en años y épocas anteriores. Fenómenos representativos en la actualidad como la banda chochoana “ChocQuibTown” del género Hip-Hop o los artistas consumados como el “Maestro Gualajo” en el género tradicional de conjunto de marimba y Petrona Martínez en el bullerengue, o las agrupaciones que trabajan en fusión musical como el “Grupo Bahía” con Hugo Candelario y el grupo “Herencia” de Timbiquí son una muestra de este renacimiento afro en Colombia. Y digo renacimiento porque ya las músicas del norte de Colombia emblemáticas a nivel nacional como la Cumbia[1] habían tenido su manifestación más fuerte a nivel de medios masivos y se han extendido mas allá de las fronteras colombianas desde los años 80’s del siglo XX habiendo alcanzado hoy desarrollos independientes en países como México y Argentina; esto debido a los procesos donde la cultura musical caribeña había jugado un rol preponderante en el vaivén entre tensiones socio-político-culturales en Colombia.[2] Si analizamos la Cumbia a fondo nos daremos cuenta que el elemento de origen africano juega a la par con otros de origen indígena, árabe y europeo. Este “mestizaje” musical se traduce en procesos de transculturación inextricables donde lo musical, lo religioso, lo lírico, el aspecto de género, de identidad cultural, y la etnicidad actúan conjuntamente. Igualmente se manifiestan en Colombia otras músicas las cuales reflejan en mayor o menor intensidad estos procesos transculturales.

Al respecto quiero referirme especialmente a las músicas de marcado origen afro-descendiente en la región de la costa pacífica colombiana, haciendo una excepción de las músicas isleñas y del caribe colombiano: Las músicas de marimba (de chonta)[3] y cantos tradicionales a lo largo de la costa sur, las músicas tradicionales y populares chocoanas a lo largo de la costa norte pacífica y las músicas de los valles interandinos de la región sur-occidental colombiana. El auge o proceso de visibilización mas profundo de estas músicas se produce entre otras razones conjuntas (político-sociales) por la iniciativa de un festival de música, el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez,[4] que nació en el año 1997 cuya misión fue crear un espacio social de congregación y reflexión sobre la herencia cultural de la tradición del Pacífico colombiano. A partir de esta propuesta nació un interés creciente por parte del público común y del gremio académico hacia estas músicas. Por otro lado este festival generó y ha generado un movimiento expansivo en cuanto a la difusión de la música de poblaciones afro-descendientes del pacífico colombiano como también en cuanto a la generación  y conformación de nuevas agrupaciones musicales que se ocupan de trabajar y desarrollar estas músicas.

Pero para entender de raíz las dinámicas de la actualidad y cómo funcionan es necesario iniciar el análisis remontándose al pasado. En este sentido es relevante comenzar por la diáspora africana en los tiempos de la colonización de América.

 

La Antigua Diáspora Africana en Colombia:

El “descubrimiento” de América (“el nuevo mundo”) en el año 1492 significó (y significa aún hoy) para los europeos[5] un nuevo continente y nuevas posibilidades de adquisición de recursos, expansión e imperialismo. Muchos factores contribuyeron a al proceso de la antigua diáspora africana en América en esta época. En esencia estos factores fueron una práctica extendida y aceptada de la esclavitud, las tensiones políticas y relaciones comerciales entre los potencias europeas de ésta época, las tecnologías desarrolladas que permitieron convertir a la navegación en un medio confiable para el transporte interoceánico, entre otros.

Logotipo de la Compañía Negrera de Cadiz. Foto: Jorge Porras.


Para ser exactos los portugueses fueron uno de los poderes marítimos mas grandes de aquella época. Ellos fueron los principales proveedores de esclavos africanos para los españoles en la primera fase de la colonización de América. Los portugueses tenían al principio una relación fundamentalmente comercial con los reinados africanos y practicaban con ellos la trata de esclavos sobre una base de cooperación comercial (a través del intercambio de mercancías).[6] Pero esta situación general cambiaría a partir del año 1533 con el aumento en la demanda de fuerza de trabajo por parte de los españoles en las colonias americanas. Esto condujo a que los portugueses no sólo consiguieran los esclavos por intercambio de mercancías, sino que utilizaran estrategias violentas (la caza de esclavos, la sumisión, alianzas con figuras importantes en el plano político de los reinados africanos) para alcanzar a lograr la cantidad de esclavos requerida por los españoles. Los indígenas americanos fueron diezmados cruelmente en este proceso de conquista. Por esta razón la importación de mano de obra aumentó no sin dejar de considerar que esta necesidad obedeció básicamente al siguiente factor: el hallazgo de minas de oro y plata en el continente americano. Para la corona de Castilla el descubrimiento de las minas de oro entre los años 1590-1592 en la parte norte del actual territorio colombiano[7] significó la solución a su crítica situación financiera. Las arcas reales estaban agotadas, después de la inversión para la guerra contra los moros, las deudas con los banqueros italianos y especialmente lo que siguió al apoyar el proyecto de Cristóbal Colón (el descubrimiento de una nueva ruta comercial a la India, pero sin embargo después el hallazgo de un nuevo continente y por consiguiente la conquista de este nuevo mundo).
 
Los esclavos africanos fueron traídos al sur del continente americano a través de Cartagena de Indias.[8] Desde este territorio al norte de Suramérica fueron transportados los esclavos a lugares en el sur, inclusive hasta Lima, Perú. Los lugares de destino mas codiciados para llevar cargamento esclavo fueron las minas de oro y plata a ser explotadas y los terrenos de recursos naturales. En Colombia la trata de esclavos tuvo su ejecución en cuatro fases principales, principalmente porque los españoles retomaron el monopolio del comercio esclavista de los portugueses, al cual le siguieron los holandeses e ingleses. Esta tensión política y comercial condujo a que esclavos de diferentes regiones de África fueran traídos a Colombia. Gracias a algunas investigaciones (en archivos coloniales, por ejemplo el AGI – Archivo General de Indias) sabemos que los esclavos se llevaron de regiones como Senegal, Guinea-Bissau, Guinea-Conakry y Sierra Leona (1533-1580), del Antiguo Reino del Kongo y del África Central (1580-1640), Benín, Togo y Nigeria (1640-1713) y finalmente de Ghana y Togo (siglos XVIII y XIX).
 
En aquel entonces los esclavos africanos se repartieron en diferentes territorios del Virreinato de Nueva Granada (lo que hoy incluye el territorio colombiano). La ruta se efectuó desde Cartagena de Indias hasta territorios siempre más al sur y se extendió a lo largo de ríos a través de valles y montañas de las regiones centrales y suroccidentales de la actual Colombia. Los españoles encontraron terrenos ricos en oro especialmente en la frontera occidental hacia el pacífico. Esto condujo una y otra vez a nuevos pedidos y solicitudes de nuevos esclavos. Los conocimientos en construcción que poseían los esclavos africanos fueron apreciados y codiciados de manera especial por los españoles. Muchos de estos esclavos venían de regiones africanas ricas en oro como Bambuko, Buré, Akan y el Golfo de Guinea.[9] Pero los esclavos fueron adjudicados no solo en tareas de construcción; otros se encargaron de tareas como la cría de ganado y agricultura, como también en funciones de servidumbre doméstica. Las minas de oro aportaron a una forma de organización social que evidenciaban un estándar a lo largo de la costa pacífica: aquellos esclavos fueron organizados en cuadrillas al lado de las minas.[10] Una cuadrilla fue una forma de organización de la explotación minera en grupos de esclavos africanos. La cantidad de esclavos que vivían en una cuadrilla podía llegar de cinco hasta cien esclavos o mas. Dentro de la cuadrilla algunos de ellos fueron los responsables del mantenimiento, esto significa que había actividad agrícola como de cría de ganado.
 
El establecimiento de la colonia demandó un nuevo orden social. El rol del cristianismo, principalmente de aquél de la iglesia católica, influyó este orden social en la vida colonial fundamentado en la aprobación y la aceptación de leyes para las Américas,[11] que definieron el sometimiento de los nativos americanos y de los esclavos africanos. Esta contribución de la iglesia comenzó muy temprano en el marco del trabajo misional (las misiones), que funcionaron como una estrategia de invasión cultural. De esta manera fueron implantados nuevos valores sociales y culturales, que condujeron a procesos de aculturación y transculturación. Así el racismo y la discriminación se convirtieron en una práctica y un asunto “normal”; esta delimitación fue necesaria para los conquistadores con el objeto de mantener y conservar la escala social a través del control y el poder (bien abajo los esclavos africanos y los indígenas, en la mitad los mestizos y criollos y bien arriba los españoles). Aquí fue notable el aporte que hizo la iglesia católica al racismo y la discriminación a través de la demonización de prácticas ancestrales africanas originales como la danza, la música, las prácticas de curación y las diferentes expresiones de sexualidad.[12] Sin embargo a pesar de los fuertes mecanismos de control, los indígenas americanos como también los descendientes africanos no aceptaron pasivamente esta sumisión. Desde el comienzo de la importación de esclavos hacia América en el siglo XVI éstos se revelaron y lucharon por su libertad. En muchos casos los cautivos lograron con éxito huir de la esclavitud. Muchos escaparon y conformaron “naciones” autocráticas: palenques.[13] Pero muchos otros, la mayoría, no lograron escapar y se quedaron bajo el control de las élites y sirvieron a sus intereses elitistas (como lo mencioné anteriormente como fuerza de trabajo; humanos que no tienen derecho de vivir su vida libre).
 
La esclavitud en Colombia duró oficialmente hasta el año 1851. Pero la abolición de la esclavitud casi invisible en la Nueva Granada (Colombia) no sirvió lamentablemente para que las diversas minorías étnicas de origen africano fueran integradas al proyecto de construcción de nación en aquél entonces. Han tenido que pasar mas de 100 años desde la constitución de la República de Colombia en 1886 para que los derechos de las minorías étnicas fueran reconocidos legal y oficialmente en la reforma constituyente del año 1991.[14] Este hecho no significa de ninguna manera que las minorías étnicas en Colombia hayan sido indemnizadas, compensadas, restituidas y reparadas, asumiéndolas con un estatus de “víctimas de la violencia”, a pesar de los esfuerzos políticos que se hayan hecho en esta dirección. Al contrario, en Colombia el mito de la “democracia racial”[15] reina desde hace un largo tiempo en el constructo imaginario colombiano, donde el proceso de mestizaje habría logrado condiciones sociales igualitarias en las que el racismo y la discriminación (tensiones etno-políticas) no existirían. El surgimiento de una identidad afro, y mucho después de una identidad afrocolombiana está sujeta a la influencia de los procesos históricos, condiciones y factores anteriormente expuestos.

Marimba de los Espíritus, en la casa de las Torres del municipio de Guapi (noroccidente del departamento del Cauca, Colombia). Foto: Jorge Porras.

Este hecho histórico de la esclavitud en Colombia demarca la línea trazada por la cual los afrodescendientes han tenido que transitar en este país para poder subsistir en medio de tensiones socio-políticas, entre racismo y discriminación, desde la pérdida de representación social hasta su reencuentro con su identidad cultural como arma inalienable que se expande en todos los campos, políticos, sociales, económicos, culturales… hasta los de la música. Pero como al principio de este escrito, hago énfasis en que hoy se sienten nuevos vientos, un nuevo “matiz” de las músicas de origen afro-descendiente en Colombia. Unas músicas liberadas de su discriminación anterior como “poco cultas”, “poco valiosas”, “simples”, “fáciles”, todos adjetivos desde la mirada dominante de un mundo occidentalizado, estandarizado y permeado por procesos eurocéntricos que se generaron hace mas de 500 años. Hoy en día se han producido unos cambios que parten de todo el proceso empujado desde las comunidades afrodescendientes logrando paso a paso validación de sus contextos culturales, respeto por su hábitat y formas de organización social.
 
Cierro por ahora visibilizando los logros en los últimos años en mano de varias agrupaciones, generados como anteriormente describí por los movimientos que nacen en gran parte a partir del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. Si miramos retrospectivamente, tenemos en febrero de este año (2013) la participación de la agrupación “Herencia” de Timbiquí en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en Chile, donde se hicieron acreedores a la “Gaviota de Plata”, premio máximo en la categoría Folclor e Internacional; ChocQuibTown con sus múltiples nominaciones a los premios Grammy entre el 2009 y el 2012, habiendo ganado en 2010 el Grammy Latino a la mejor Canción Alternativa. De gran profundidad y trascendencia tenemos el trabajo del Maestro Jesús Antonio Torres, alias “Gualajo”, proveniente de la vereda Sansón en Guapi, Cauca, Colombia, quien a través de su trabajo como constructor de instrumentos autóctonos, en especial de la marimba de chonta (la reina madre de los instrumentos del pacífico colombiano), y como intérprete de ésta y las músicas de marimba y cantos tradicionales del pacífico colombiano y ecuatoriano se ha ganado un reconocimiento y homenaje nacional como el maestro de maestros en la marimba de chonta; su historia, su herencia y su legado para las generaciones actuales y futuras lo ha plasmado en la visión de su fundación actual.[16] Petrona Martínez, otro ícono de la mujer afrodescendiente colombiana, encarnando la tradición del canto tradicional y las cantadoras a lo largo de las costas colombianas en el bullerengue, una música de cortejo, ha sido nominada al Grammy Latino en dos ocasiones. La lista es interminable si consideramos que para valorar las músicas colombianas afrodescendientes no necesitamos de premios Grammy ni Gaviotas de Plata, sino que simplemente se necesita entrar con los ojos abiertos y el corazón despierto a la otra historia de la diáspora africana en América que no se contó nunca jamás en los libros de historia, si no mas bien la que circula hoy en día y se expresa en boca de las cantadoras, marimberos, tamboleros[17], raperos y hip hoperos afrodescendientes.
 
Referencias:
 
Aguirre Beltrán, Gonzalo, 1944: “The Slave Trade in Mexico”, en: The Hispanic American Historical Review, Vol. 24, Nr. 3, 412-431.
 
Both, Arnd Adje Both, 2001 (1999): Die Musikkultur der späten Postklassik Mesoamerikas: Perspektiven der Musikarchäologie. Dissertation, Freie Universität Berlin.
 
Burgos Cantor, et al, 2010: Rutas de libertad: 500 años de Travesía. Bogotá: Ministerio de Cultura, Pontificia Universidad Javeriana.
 
Hernández Salgar, Oscar 2007: “Marimba de Chonta y poscolonialidad musical”, en: Nómada. Nº 26, 56-69.
 
Lloyd Mecham, J., 1927: “The Real de Minas as a Political Institution. A Study of a Frontier Institution in Spanish Colonial America”, en: The Hispanic American Historical Review, Vol. 7, Nr. 1, S. 45-83.
 
Maya Restrepo, Luz Adriana, 1998: Los afrocolombianos. Santafé de Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica (Geografía humana de Colombia, 6).
 
Wabgou, Maguemati et al, 2012: Movimiento Social Afrocolombiano, Negro, <ºRaizal y Palenquero: El largo camino hacia laconstrucción de espacios comunes y alianzas estratégicas para la incidencia política en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
 
Wade, Peter, 1993: Blackness and race mixture. The dynamics of racial identity in Colombia. Baltimore, London: The Johns Hopkins Univ. Pr. (The Johns Hopkins Studies in Atlantic history and culture).
 
[1] La “cumbia” es un baile, la “cumbiamba” su formato instrumental. Ambas hacen parte de un sistema musical que permea en general la zona-costa norte colombiana.
 
[2] Hernández Salgar 2007: 56-69.
 
[3] En el pacífico se le llama “chonta” a la palma de chontaduro y otras especies similares.
 
[4] http://www.festivalpetronioalvarez.com
 
[5] Españoles y portugueses, después holandeses, franceses e ingleses.
 
[6] Ver Burgos 2010: 122-125.
 
[7] El territorio de las primeras minas de oro descubiertas en 1590-1592 corresponde hoy en día al departamento Antioquia (Remedios, Cáceres, Segovia y Zaragoza), después siguió Mompox (en la zona del río Magdalena bajo). (Ver Burgos 2010: 125, 126)
 
[8] Cartagena de Indias funcionó como uno de los tres puertos principales que fueron utilizados en el Caribe como puertos de descarga de esclavos de los españoles: Habana Cuba, Veracruz México, Cartagena de Indias Colombia. (Ver Aguirre 1944: 426). „The city of Cartagena was established in the assiento as port of primary entry because of its value as a primary distribution center; and during the seventeenth century it retained this status, despite the change of assientists, thus becoming the center of the slave trade in America.“ (Aguirre 1944: 415)
 
[9] Ver Burgos 2010: 140.
 
[10] En la América colonial se institucionalizaron los Reales de Minas como empresa primordial de los españoles: “In Spanish America the real de minas was a mining district. It consisted of a settlement of indeterminate size and the mines dependent upon it within a radius of five, ten, and even fifteen miles. This district was generally an administrative entity, being a lugar, villa, ciudad, alcaldía mayor, or corregimiento, as the case might be.” (Lloyd 1927: 45). En Colombia, al interior de los Reales de Minas, los españoles organizaron a los esclavos africanos en cuadrillas. (Burgos 2010: 143, 160, 161).
 
[11] Ver Burgos 2010: 126.
 
[12] A través del concordato Regio Patronato Indiano de 1493 hasta 1508 entre los Reyes Católicos (Fernando II de Aragón e Isabela I de Castilla) y la Iglesia Católica, representada por el Papa Alejandro VI, fue impuesta como meta la conversión de infieles (los nativos americanos) al cristianismo y para eso fueron establecidos consiguientes reglamentos como procedimiento de la evangelización. Ya en la fase de la conquista los cantos, los bailes ceremoniales, la música de templo (ej. en México) en relación con los rituales de sacrificios humanos como expresión elementar de identidad fueron reconocidos, demonizados y muy pronto contrarrestados después de la conquista. (Both 2001: 25)
 
[13] “Comunidades negras fue el nombre que se le dio a los grupos humanos de afrodescendientes que vinieron ocupando territorios desde tiempos coloniales. Tales territorios sirvieron a estas comunidades para sus ejercicios de libertad y prácticas tradicionales con una profunda y sólida raíz africana. Estas comunidades fueron construidas, en principio, por africanos que escaparon de la represión y el yugo que ejerció la Corona española a través del sistema de explotación esclavista, recibiendo el nombre de Palenques por parte de los españoles o de comunidades de libres. Sin bien el nombre Palenque fue impuesto por los españoles, éste pasaría a ser un elemento reivindicativo dentro del discurso afrocolombiano y devendría en símbolo de libertad. Por ello, durante las discusiones en torno a la ley 70 y de la Constituyente el proceso organizativo afrocolombiano propuso que los territorios colectivos recibiesen el nombre de Palenques; sin embargo, el Gobierno y otros sectores conservadores vieron en esto una complicación e impusieron el nombre de comunidades negras, el cual ha pasado a ser un elemento de reivindicación de este proceso organizativo.” (Wabgou , et al 2012: 157)
 
[14] En la reforma de la Constitución Política Colombiana de 1991 los derechos humanos fueron asentados legalmente de manera tal que las minorías indígenas y grupos afrodescendientes (llamados afrocolombianos) ganaron por primera una representación política y se dieron los primeros pasos hacia la “visibilidad”. (Wade 1993: 352-357, Restrepo 2004: 271-277 y Arocha en Maya Restrepo 1998: 341-361.)
 
[15] Las razones de este fenómeno o retraso frente a la igualdad de derechos las podemos entender bajo el concepto de blanqueamiento racial, el cual estuvo articulado en el proyecto de consolidación de nación soportado bajo el techo de la religión católica, de una “raza” (europea-blanca) y de un idioma (español/castellano). Desde aquí se explica la invisibilidad de estas comunidades afrodescendientes en el contexto nacional. (Ver Arocha en Maya Restrepo 1998: 354-361 y Wade 1993: 183, 341).
 
[16] http://www.facebook.com/pages/FUNDACI%C3%93N-CULTURAL-ART%C3%8DSTICA-Y-MUSICAL-GUALAJO/259561918545
 
[17] Término usado en la costa atlántica colombiana para “tamborero”.
 
 





 


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