Bogotá Distrito Vinilo: Una Historia Oral es un documental de Rodrigo Eduardo Armenta y Mario Felipe Ortega. Vaya por delante, que es magnífico. Es una muestra clara y precisa de como la música puede transformar una ciudad desde diferentes miradas. Lo ha producido Ortega y lo han rodado Armenta y Vanesa Monroy con la colaboración de Óscar Garzón. Vale la pena verlo.
¿Pero se trata de una cultura o de una moda?, ¿es esto un boom pasajero o es el mantenimiento de una tradición?
Cultura es. No sólo en Bogotá, sino en todas las grandes ciudades. Antes de la pandemia, el Instituto Distrital de Turismo realizó La Ruta del Vinilo (o El Vinilo es Turismo), con el apoyo de la Alcaldía de Bogotá y la curaduría de Rodrigo Duarte. Y como lo anotábamos aquí en Radio Gladys Palmera, se trataba del embrión de un proyecto de turismo alternativo, porque el vinilo supone también un estilo de vida. A su alrededor hay buena música, hay libros, hay gastronomía. Un vinilo, decíamos, necesita cuidado y cariño, como lo necesita un libro o una bicicleta.Los pioneros de esas ventas fueron Antonio Lozano, Saúl Álvarez y sus hermanos, Fernando Martínez, Pedro y Jacobo Vargas, y una serie de vendedores más que ofrecían de todo, viejo y nuevo, algunos por encargo. Así las cosas, melómanos, radiodifusores, DJs de taberna y coleccionistas acudían todas las semanas en busca de aquellas rarezas. Eduardo Arias buscaba rock, Karl Troller y Ángel Perea buscaban reggae, Moncho Viñas e Ismael Carreño buscaban salsa, y así hasta el infinito y más allá. Como bien reseñó Gustavo Gómez Córdoba, para todos los que nos tocó volvernos adultos en los años 80 y 90, Saúl era aquel que cumplía la función del Internet hoy en día.
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