Ahora que se acerca la temporada de diciembre nada mejor que recordar aquellos acetatos de 33, 45 y 78 revoluciones que bajo el sonoro nombre de "14 Cañonazos", nos hacían bailar en cualquier fiesta hasta el amanecer.
Hoy no son aquellos redondos y circulares discos negros de las tres dimensiones citadas en el ´primer párrafo, los que se coleccionaban en las casas o se cargaban debajo del brazo de fiesta en fiesta. Tampoco existían los juegos de luces sicodélicos y multicolores como hoy, eran los bombillos de resistencia o tubos de alumbrar fluorescentes los que aclaraban la noche.
A diferencia de otras estaciones locales como Radio Lequerica y Radio Colonial, Emisora Fuentes privilegió la emisión de porros, gaitas, fandangos, cumbias y mapalés. El que por esa época era un gesto temerario decantó en un asunto trascendental: Antonio Fuentes decidió grabar esos sonidos provenientes del Caribe colombiano. Fue así como el 28 de octubre de 1934 nació Discos Fuentes, el primer sello discográfico en Colombia, y uno de los más longevos en Latinoamérica.
DISCOS FUENTES, DE NUEVO EN LA
PRENSADORA
Vampisoul llega en tan buen
momento, no solo para deleitar las fantasías de los melómanos, sino para
advertirnos, nuevamente, que la memoria musical de un país hay que preservarla
y difundirla
Parece ser que en algún lugar
del planeta alguien escuchó las plegarias desesperadas de los melómanos
frustrados.
A los quince años, en Bilbao,
Íñigo Pastor publicó el fanzine La herencia de los Munster, que al poco tiempo
se convirtió en Munster Records (MR), un sello que dese 1987 se especializó en
la reedición cuidadosa de joyas ocultas –en su mayoría europeas- de rock
experimental, folk, garage, punk, surf y hardcore. En esa búsqueda, que se
parece a la de un arqueólogo desenterrando misteriosos tesoros, Pastor
vislumbró la vasta riqueza musical del continente americano.
Fue así como en el año 2002
apareció Vampisoul, un sello hermano de Munster dedicado a explorar, por
ejemplo, las raíces de la salsa neoyorquina; afrobeat; rarezas latinas de rock
progresivo, funk, jazz y soul; boogaloo, cumbia, funk y chicha peruanos; plena
y bomba puertorriqueñas, candombe y sicodelia colombiana, entre otras curiosas
y sabrosas etiquetas sonoras
El primer acercamiento de
Íñigo Pastor con los sonidos colombianos, y de paso, al catálogo de Discos
Fuentes, fue hace ocho años con la publicación de ¡Nadaísmo a go go! (2009),
una recopilación de Munster dedicada a Los Yetis. Luego, ya en Vampisoul, en 2010
y 2014, respectivamente, aparecieron los dos volúmenes de The afrosound of
Colombia, un compendio colosal que daba cuenta –con detalle en la investigación
y filigrana en el diseño- de lo mejor de Fuentes en las décadas de los sesenta
y los setenta. Afortunadamente el asunto no quedó solo en ese par de
recopilaciones.
Con la curaduría de Pastor –asesorado por Pablo Yglesias y Eliécer Perdomo de la tienda Hit Musical en Medellín- Vampisoul acaba de anunciar que al menos una decena de aquellos escasos discos del catalogo de Fuentes será de nuevo puesta en circulación a través de una serie de cuidadas reediciones facsimilares. Las primeras en salir a la luz son un par de clásicos de la salsa colombiana: Cañabrava (1968) del Combo Los Yogas y A la memoria del muerto (1972), disco seminal de Fruko y sus Tesos.
Cubriendo un período crucial
del sello (1960- 1977), la colección exhumará gemas fonográficas que ya nos
habíamos resignado a ver en fotos. Allí estarán, para el goce de
investigadores, coleccionistas y bailadores furibundos: Salsita mami (1970) de
Lisandro Meza, Cumbias Internacionales (1974) de Tita Duval y el Nuevo Ritmo de
Roberto Rey, Salsa con monte (1971) de Michi Sarmiento y su Combo Bravo, Very
very well (1965) de Lito Barrientos, Rito esclavo (1960) de Pedro Laza y su
Pelayeros, Atiza y tinaja (1970) de Los Supremos, Mi Buenaventura (1967) de
Peregoyo y su Combo Vacaná, Tesura (1970) de Fruko y sus Tesos, y Sabroso
bacalao (1977) de Adolfo Echeverría.
Si bien, hace un par de años
fue anunciado con optimismo que el archivo completo de la historia musical de
Discos Fuentes iba a ser donado al IME (Instituto Metropolitano de Educación)
para su conservación y circulación, hasta el momento la iniciativa no ha tenido
un avance notable. Por eso la empresa de Vampisoul llega en tan buen momento,
no solo para deleitar las fantasías de los melómanos, sino para advertirnos,
nuevamente, que la memoria musical de un país hay que preservarla y difundirla.
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